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“El mundo es ancho y ajeno”: ¿reflejo del Perú indígena o propaganda marxista?

  • Carlos Cuyán Olivares, Tom Garay Huamani, Harold Lovato Heredia, Joshua Mendoza Bravo
  • 14 nov 2024
  • 7 Min. de lectura


El mundo es ancho y ajeno es un libro redactado por el novelista peruano Ciro Alegría en 1941 y es reconocida como una de las novelas más relevantes del subgénero indigenista. Dentro de este subgénero el autor muestra el mundo indígena desde dentro mediante una historia que permite sumergirnos en la vida de las comunidades altoandinas del Perú. En esta obra se presenta a Rumi, una comunidad ficticia ubicada entre las montañas de la Cordillera de los andes en el departamento de la Libertad. Rumi expone una representación detallada sobre la lucha constante de los pobladores contra las adversidades que imponen las fuerzas externas. Ciro Alegría escribió esta obra con el propósito de mostrar y denunciar las injusticias sociales que sufren las personas catalogadas como “indios” y esto se puede notar sencillamente a través de su gran narrativa, la cual no solo nos plasma la belleza de la naturaleza que rodea a sus personajes, sino también la dura verdad con la que combaten. Realidad que es fruto de la opresión y explotación.

En una objetividad donde el campo es el centro de la existencia, el valiente alcalde Rosendo Maqui y su comunidad se ven involucrados en una situación de vivir o morir, una lucha que lamentablemente sigue resonando en nuestra actualidad.

Este ejemplar es un recordatorio de cómo las personas del campo han sido —y siguen siendo— despojadas de sus tierras y sus derechos. Esta obra Ciro Alegría deja vislumbrar un lado más ideológico con respecto a sus creencias marxistas, lo cual tenga relación con que el escritor peruano fue militante del partido político Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) y que, gracias a esta militancia, fue encarcelado, perseguido y desterrado del Perú, además de que tuvo que residir en Chile, lugar donde escribió varias obras reconocidas como La serpiente de oro en 1935 y también El mundo es ancho y ajeno.


Ciro Alegría describe minuciosamente los arbustos, los insectos y las múltiples actividades que se desarrollaban en el ecosistema andino. Construye la imagen de Rosendo Maqui como un hombre que no solo habita en este plano terrenal, sino que también está conectado con ella. Muestra a Rosendo como un hombre sereno y contemplativo: en sus ojos se ve una intensidad contenida, una ferocidad que es silenciosa; es decir, tiene una mirada que no solo indica carácter, sino que también la experticia de detectar situaciones de peligro o amenazas que puedan poner en riesgo el equilibrio de la vida en Rumi, tales como invasiones o perturbaciones externas. La atención de Rosendo hacia su entorno no era algo de casualidad, sino que es su manera de observar y comprender la esencia de su propia existencia, como si la tierra, flora y fauna fueran parte de él. Esta conexión simbiótica entre Rosendo y su entorno resalta el contraste entre la tranquilidad de la naturaleza y la tensión interna que siente ante la idea de la venida de los terratenientes, los cuales representan una amenaza a la tradicional vida que él tanto aprecia. Además, describe a un hombre comprometido profundamente con el entorno que lo rodea y con el bienestar de sus seres amados y comunidad. Con cada interacción de Rosendo y su entorno, narrada de manera detallada, se muestra una profunda conexión con respeto y el conocimiento, un reflejo de sus arraigos culturales y tradicionales.

Rosendo no es hombre que observe a la naturaleza con simples ojos: él la entiende, se sumerge en ella. Esta unión tan íntima que tiene con ella forma parte de su identidad y su rol como líder de su comunidad.

Otro acontecimiento de consideración es el hecho de que Rosendo no pruebe las moras lilas —un acto que en otro tiempo hubiera hecho con placer— revela una transformación importante en él. Alegría sugiere que, aunque antaño habría sentido satisfacción en esos placeres simples, ahora su atención está centrada en algo más grande y urgente. Al negarse a probar las moras lilas, Rosendo demuestra una renuncia simbólica, sacrificando sus deseos en favor de su rol como protector y de su visión de un futuro incierto. Esta acción reafirma su lealtad hacia su comunidad y rechazo ante las fuerzas externas que buscan interrumpir la estabilidad que tanto se esfuerza en preservar. El hecho de que Rosendo observe cuide y defienda la naturaleza, a costa de sus propios anhelos, lo convierte en una figura compleja y profundamente simbólica: un personaje que, a través de su fuerte conexión, personifica los valores de la lucha, resistencia y el amor por la vida rural, anticipando la batalla que él y su comunidad deberán de enfrentar para proteger sus raíces y su tierra.


Ciro Alegría, a través del personaje de Rosendo Maqui, logra fomentar la importancia del vínculo entre el ser humano y la naturaleza en las comunidades agrarias y fomenta la fortaleza interna y determinación de un hombre que ve la tierra como una extensión de su propia alma y un legado que debe preservar por encima de todo.

El funeral de Pascuala, esposa de Rosendo, fue una ceremonia con ciertas características rituales, como tener las velas encendidas, las flores de colores, los infaltables cánticos en quechua acompañados de instrumentos musicales, los deudos tenían que vestir de color negro, entre otros. A la difunta se le tenía que poner sus mejores prendas y muy cerca de ella se colocaban las ofrendas como la mazamorra de harina con chancaca y choclos, reflejando la consideración y respeto hacia Pascuala. Según la costumbre de Rumi, el cuerpo debía velarse en la casa donde vivió durante dos días, siendo sus familiares, amigos y coterráneos quienes acompañen a la difunta. Al tercer día, el féretro debía ser cargado por cuatro personas y, a paso de procesión, debían ir por las calles y lugares que frecuentaba Pascuala, como último recorrido en la vida terrenal, para finalizar en el cementerio con su descanso eterno. A lo largo del recorrido se entonaban harawis y algunas personas lanzaban flores encima del ataúd que muy celosamente era llevado en hombros. Anselmo fue un arpista que tocaba con gran alegría, dulzura y jocosidad cuando Pascuala estaba viva, haciendo que ella baile y cante con la melodía de su arte; sin embargo, con el fenecer de Pascuala, tuvo que guardar su arpa dejando dormir a las cuerdas —en contacto con sus manos estas afloraban hermosas melodías—, pero que ahora se habría convertido en un recuerdo doloroso. Esta representación simbólica, mística y religiosa es muy interesante, ya que, a partir de ello, se puede comprender las tradiciones, las costumbres, los valores de la comunidad de Rumi y la veneración del proceso que sufre el cuerpo con el desprendimiento de su alma. De esta manera, valoramos positivamente las costumbres plasmadas por Ciro Alegría, porque amplía nuestro panorama con respecto a un funeral andino; a diferencia de los velorios capitalinos, suelen ser, en muchos casos, más rápidos y menos protocolares. Rosendo, a diferencia de Anselmo, pasa el tiempo sentado, ensimismado y escoltado por su fiel compañera canina de nombre Canela, que, como consolación, mantiene los pies calientes de su amo. Esta escena resulta conmovedora, ya que, a partir de la ausencia física y espiritual de Pascuala, ellos sienten gran aflicción y encuentran consuelo en mutua compañía y en el valor que se dan el uno al otro.


Otra situación que se refleja en Rumi fue la grave inequidad que sufren las comunidades indígenas, enfatizando la crudeza de una legislación que, en vez de velar por los intereses de los pobladores de Rumi, funcionaba como medio de opresión —cualquier parecido con la coyuntura actual es pura coincidencia—. Alegría, a través de personajes como Chauqui, expresa su reprobación hacia un sistema que ignora y no valora las tradiciones comunitarias. El empleo se convierte en un medio para denunciar la ambición y la corrupción de los gamonales (poseedores de tierras) y autoridades, quienes emplean las leyes en su beneficio personal, frecuentemente abusando del pueblo indígena. En el relato de Chauqui, Ciro Alegría ilustra la circunstancia en la que las comunidades indígenas están sometidas al control de los hacendados y a las normas establecidas, lo que demuestra un sistema de justicia que actúa en detrimento de los indígenas y arrasa con su cultura y estructura social. La reducción de territorios, unida a la extinción de otras comunidades, evidencian la decadencia gradual de la identidad colectiva y la antigua vinculación con la tierra. El extracto plantea cuestionamientos profundos acerca del auténtico objetivo de las leyes y el sentido de justicia en un sistema que favorece a una minoría. Nos incita a reflexionar lo siguiente: ¿se puede considerar democrática una sociedad cuyo sistema jurídico no respalda los derechos de los ciudadanos? Si la implementación de reglas externas que no toman en cuenta los valores comunitarios es verdaderamente un medio de avance o, por el contrario, un instrumento de control.


Ciro Alegría, a lo largo de su obra El mundo es ancho y ajeno, logra capturar con su detallada descripción de la vida en las comunidades altoandinas de nuestro país, y mediante la exploración de la relación de las personas con la naturaleza, la justicia de su sociedad como también arraigos culturales como el desarrollo de un velorio andino. La obra es muy resaltante por la capacidad que tiene para reflejar una realidad compleja de manera poética y visualmente impactante, lo que logra generar una conexión con el lector. Una obra que se puede recomendar a quienes buscan comprender más sobre la historia rural vivida en el Perú y para aquellas personas interesadas en la literatura indigenista. Con la historia de Rosendo Maqui, Ciro Alegría nos recuerda la lucha de los pueblos indígenas por sus tierras y derechos; es decir, la trasgresión de la legitimidad del poder cuando se ejerce sin entender ni respetar a la población, lo que, en última instancia, sería una crítica a las disputas y desbalances sociales que han prevalecido entre las culturas autóctonas y los sistemas: una reflexión sobre los desafíos que las comunidades altoandinas del Perú siguen sufriendo actualmente.


Dato bibliográfico

Alegría, C. (1978). El mundo es ancho y ajeno. Hyspamérica Biblioteca Ayacucho.

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