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Cicatrices de la memoria y la ausencia: la excelencia literal de "Solo humo"

  • Víctor Corro Carlos, Juan Jiménez Porras, Milagros Lipa Huaripata, César Vila Supo
  • 12 nov 2024
  • 9 Min. de lectura


Juan José Millas García

Solo humo es una novela literaria escrita por Juan José Millas García (o Joaquín, por su seudónimo). Nació el 21 de enero de 1946 en Valencia (España). Actualmente tiene 78 años y se dedica a la escritura y al periodismo. Se casó cuando tenía 41 años con Isabel Menéndez Álvarez con quién tiene dos hijos. Inició su formación académica en el colegio Claret y sus estudios preuniversitarios los realizó en Ramiro de Maeztu. Trabajó en horario nocturno en una caja de ahorros estudiando en simultáneo filosofía y letras en la Universidad Complutense de Madrid, pero decidió abandonarlo. Para retomar la carrera trabajó en una aerolínea de Iberia, en un puesto administrativo y con esfuerzo logró ascender en el gabinete de comunicación logrando así retomar la universidad, donde también empezó a cooperar en la prensa. Se dedicó al periodismo desde los 18 años tras finalizar el bachillerato en Filosofía y Letras dada su fascinación por la escritura, la comunicación y la lectura, en especial del tipo fantástica. Obras como La metamorfosis y El proceso de Franz Kafka marcaron profundamente su imaginación por las percepciones de la identidad ante ciertas circunstancias y su ficción en ellas. Llegó a ganar diferentes premios como el Premio Sésamo en 1975 con la obra Cerbero son las sombras, el Premio Nadal en 1990 con la obra Soledad era esto; el Premio Planeta con la obra El mundo, entre otros; sin embargo, Solo humo es una novela que vio la luz en una primera edición el 16 de marzo del 2023 publicada por la editorial Alfaguara mediante la cual recibió el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural 2021. En esta novela, engañosamente ligera, Juan José Millás vuelve a algunos de los temas más representativos de su narrativa, como la pena, el abandono, la fragmentación de la realidad en un mundo posmoderno y la identidad, donde la soledad, el aislamiento y la confusión son constantes, además del desdoblamiento, los recovecos más oscuros de la realidad cotidiana para aquellos en los que se esconde lo extraordinario y la paternidad, al tiempo que compone un himno a la imaginación y al poder transformador de la literatura. Por tal motivo, se muestra a continuación los párrafos donde se podrán comprender temas como la ficción e imaginación y su relación con los duelos no resueltos por pérdidas.

 

A continuación se presenta la metáfora del naufragio de Zambra y su imaginario como el vínculo que llega al sentido de una pérdida ocurrió en tres partes (cono se citó en Barraza Caballero & Plancarte Martínez, 2016). A partir de lo mencionado, el primer naufragio se llegó a manifestar en la memoria del padre a consecuencia del fallecimiento de su hija y la sensación de culpabilidad por ese acontecimiento. El segundo naufragio simboliza la identidad que tiene el hijo con su padre, al que nunca trató y que ya feneció, dejándole como herencia una casa y cuando este va a habitarla descubre a la amante del padre y en el tercer naufragio se expresa los procesos residuales de la memoria, al imaginar acciones pasadas. Entonces, se puede visualizar una profunda crisis existencial y emocional que atormenta al padre y obliga a que escriba representando un intenso y conmovedor relato sobre el dolor y la culpa que siente, revelando el fallecimiento de su hija de diez años, un hecho oculto y personal que solo él y la madre de la niña conocen ello. De esta manera, el padre asume la responsabilidad del deceso, aunque no puede demostrarlo, y reflexiona sobre su relación con su hijo Carlos, a quien separó deliberadamente para evitar el dolor de apego. La distancia que creó con su hijo y el sufrimiento resultante refleja un profundo conflicto interno y un malestar persistente, que contrasta con el amor y la admiración que siente el padre hacia los hijos y la vida misma, al reconocer la singularidad y el milagro de cada aspecto de su existencia. En aquel acto de separación, aunque realizado con la intención de minimizar el sufrimiento, le dejó muchas cicatrices emocionales y duraderas que el padre reconoce como “menos intensas” que el amor profundo e infinito que siente hacia los hijos. Así, el padre tiene una reflexión compleja e inquietante sobre la culpa y el sufrimiento de la decisión de distanciarse de su hijo para evitar el dolor, lo cual resulta profundamente cuestionable, ya que nos revela una incapacidad para enfrentar el amor paternal. Aunque su intención era protegerse y minimizar el sufrimiento que podría causar el proceso de separación, donde la secuela fue una herida profunda, cabe cuestionarse lo siguiente: ¿hasta qué punto es justificable el distanciamiento del padre para evitar el dolor de su hijo?, ¿cómo se reconcilia la culpa y el malestar resultantes de esta separación con la profundidad de amor del padre? Al respecto, solo podemos afirmar que esta situación refleja la profunda angustia y autorrecriminación del padre frente a su papel en la muerte de su hija y su elección de distanciarse de su hijo Carlos. Eso muestra cómo el miedo al apego, que es un vínculo profundo y afectivo que tenemos con otra persona, y al dolor emocional llevó a una separación que dejó una herida psicológica persistente y eso nos conlleva a visualizar un final sobre el conflicto interno del padre.


Solo humo representa la exploración precisa, emotiva y profunda sobre el duelo y la pérdida, describiendo la significancia de la vida y aunque la muerte sea inevitable, el amor y la memoria aún pueden perpetuarse en aquellos que ya no están (Pauline, 2009). Esto sucede con la narrativa de Millas utilizando la intensidad en su relato y la simbología. Por ejemplo, la ducha y el armario, dos elementos que a Carlos le sirven como conexión con el pasado. La ducha resulta ser un espacio muy íntimo y personal, en el cual Carlos se siente vulnerable y expuesto por la conexión que siente con su padre; por otro lado, el armario lo describe como un espacio meticulosamente ordenado y organizado que refleja el control y la organización que él tanto anhelaba. Además, percibe un aroma familiar que lo conecta emocionalmente con su padre. Para ello, Carlos experimenta confusión y extrañeza que le lleva a abrir los ojos y reconsiderar la realidad. La ducha y el armario se convierten en objetos muy significativos, espacios de intimidad espiritual y personal, que le permitió examinar los espacios más profundos y oscuros de su ser. Además, esta poderosa conexión de Carlos con su padre es una expresión poderosa de la nostalgia y el amor que persisten más allá de la muerte. Por lo tanto, podemos colegir que Carlos necesitaba tiempo para procesar sus emociones y encontrar su destino, esto subraya lo importante que es afrontar y procesar el dolor y la tristeza, en lugar de reprimirlos para poder sanar. Este tema permite reflexionar acerca de que la pérdida de un ser querido es parte natural de la vida, pero que también puede ser una oportunidad para crecer, reflexionar y apreciar la conexión que tenemos con los demás. Incluso en la ausencia, se puede establecer una conexión profunda y significativa con quienes ya no están con nosotros, lo que brinda una conmovedora mirada de vulnerabilidad e introspección humana, ya que Carlos se enfrenta al dolor de la pérdida de su padre, y lucha para poder buscar su lugar en un mundo. Así, Millas ofrece un panorama de cómo Carlos se aferra a los detalles más íntimos de su relación con su padre y el significado que le otorgan estos recuerdos en un mundo que parece haber perdido su rumbo. Ante este hecho, le invitamos a reflexionar sobre la mortandad de algún ser querido o de nosotros como parte de un proceso vivencial y de cambio que puede surgir en las vidas de quienes nos amaron; sin embargo, de este tipo de dolor también nace la oportunidad de tener valor para seguir nuestro rumbo. Y usted, ¿está en la capacidad de recordar algún objeto que sirva de conexión con alguien que ya falleció?, ¿cómo se siente cuando mira o toca ese objeto?, ¿le trae recuerdos felices, tristes o una mezcla de ambos?, ¿de qué otra manera ha logrado mantener viva la conexión con esa persona fallecida? Confiamos que sus respuestas hayan sido sinceras y se permita aceptar que la pérdida y el duelo es una realidad que todos enfrentaremos en algún momento. Para nosotros, la historia de Carlos y la relación con su padre nos ha permitido reflexionar lo importante que es valorar cada instante de la vida rodeados de los seres queridos, en la que la conexión emocional existente entre las personas brinda sentido y propósito a pesar de que la ausencia física de nuestro ser querido ha de dejar un enorme vacío que quedará latente y que, a pesar del tiempo, la conexión con se ser querido no se perderá ni con la muerte.

 

Al conectar la ficción y la imaginación nos sumerge a un mundo místico donde predominan las leyes ocultas y este proceso llega a manifestarse desde el mismo instante de la creación (Weinberg, 2017). A partir de lo referido se puede visualizar la complejidad que tiene el autor de una obra y el duelo, entorpeciendo la realidad y proceder a imaginar experiencias y anécdotas por medio de acciones. De esta manera, se explora la relación entre el padre y el hijo, ambos atrapados en un mundo de ficción, llegando Millas a revelar una narrativa profunda en la búsqueda de conexión y redención e interpretándose la presencia del fuego y las cenizas como la pérdida y la nostalgia. Sentándose entre las cenizas, el padre, rodeado de recuerdos y dolor, le pregunta a su hijo sobre su presencia y este le responde que estaba leyendo un cuento y que de pronto había caído en él, lo que le lleva a enfrentarse entre la dualidad de realidad y ficción. Por un lado, el padre se redime por su muerte, mientras que el hijo busca saber sobre su llegada al mundo ficticio. Carlos se divide en dos partes: una que se queda dormido en el mundo real y otra que se precipita dentro del cuento. El padre también llega a dividirse entre su vida pasada y su existencia como ánima. A partir de ello la narrativa se desarrolla en un entorno onírico, donde el espectro del padre y el hijo interactúan en un mundo de ficción, encontrándonos con preguntas y respuestas que revelan la historia y emociones de cada personaje mediante un estilo melancólico y reflexivo empleando algunas metáforas. Por estas razones, consideramos que esta obra merece una alta valoración por su originalidad, su profundidad emocional a causa de los momentos de Carlos y su padre, quienes se entrecruzan dentro de un mundo de ficción, pasando la barrera de la realidad y la ficción, revelando la nostalgia, el dolor y la búsqueda de conexión, llegando abordar temas como la muerte, trascendencia e identidad de manera sutil pero efectiva. De todo esto, se puede deducir que existe una maestría argumentativa muy bien estipulada por el autor al traspasar la realidad al sumergirse en la ficción para así encontrar la forma de someter nuestra imaginación a un estado superior.

 

Para concluir esta reseña, se muestra una intensa exploración del duelo, la culpa y la constante búsqueda del nexo entre un padre y su hijo, los cuales se encuentran atrapados en un ciclo de pérdidas narrativas, la cual se profundiza en la complejidad de la relación familiar, donde el amor se ve consumido por el miedo y la distancia emocional. La figura paterna en forma de ánima personifica la carga de los secretos que llevó con él y el arrepentimiento, mientras que el hijo representa la fragilidad de la infancia que no pudo llevar junto a su padre. En este punto, se puede reflejar cómo se entrelazan la memoria y el dolor. Por lo tanto, se puede apreciar una dimensión surrealista en la cual se refleja la confusión y ausencia entre padre e hijo. Por ello, a través de imágenes, se puede apreciar cómo las decisiones que tomó en el pasado continúan influyendo en el presente. Esta novela invita a reflexionar sobre la pena, la tristeza, el abandono, la fragmentación de la realidad en un mundo postmoderno, en la cual la soledad, el aislamiento y la confusión son constantes, recordando que, a pesar del dolor, siempre hay un camino hacia la comprensión y reconciliación. A su vez explora las complejas relaciones de padre e hijo que se encuentran atrapados en un periodo de sufrimiento y dolor en el que el amor es devorado por el miedo y la distancia emocional, reflejando la figura fantasmal del padre que representa el peso de los secretos y los arrepentimientos, mientras que el hijo representa la fragilidad de una infancia perdida, los recuerdos dolorosos, lo que visualiza la relación de una dimensión surrealista que refleja confusión y ausencia. Por esta razón, a quien haya llegado hasta este punto de la presente reseña, anímese a explorar las relaciones de sus familias y busque la unión entro sus integrantes. Aventurarse a la lectura de Solo humo no solo será un viaje al fondo de la mente humana, sino también un recordatorio de que siempre enfrentaremos pérdidas y desafíos.

 

Referencias

 

Barraza Caballero, L. F., & Plancarte Martínez, M. R. (2016). Memoria y naufragio en formas de volver a casa de Alejandro Zambra. Perífrasis. Revista de Literatura, Teoría y Crítica, 7(13), 99-112. https://www.redalyc.org/journal/4781/478149634007/html/ 

 

Pauline, B. (2009). Pérdida ambigua, aprender a vivir con un duelo no resuelto. https://www.researchgate.net/publication/334062468_Ambiguous_Loss_Learning_to_Live_with_Unresolved_Grief

 

Weinberg, L. (2017). Jorge Luis Borges: lectura y escritura. Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, 64, 71-98. https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-85742017000100071


Dato bibliográfico

Millás, J. J. (2023). Solo humo. Alfaguara.

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