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Supervivencia de un náufrago

  • Haggy Roque Leon, Alisson Villarreal Espinoza
  • 20 nov 2024
  • 5 Min. de lectura


Gabriel García Márquez, más conocido como Gabo, nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca (Colombia) y murió el 17 de abril del 2014 en Ciudad de México. Novelista, cuentista, guionista y periodista, fue uno de los escritores más importantes del siglo XX. Su primera obra, La hojarasca, se publicó en 1955. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982 gracias a su obra más reconocida Cien años de soledad. Por su parte, Relato de un náufrago (1955), materia de la presente reseña, está inspirado en una investigación periodística. El reportaje se publicó bajo el título de “La verdad sobre mi aventura”, que realizó cuando trabajaba en el periódico colombiano El Espectador. Eligió el título para su obra porque reflejaba la desaparición de ocho marineros durante una tormenta en aguas del Caribe. De todos ellos el único sobreviviente fue Luis Alejandro Velasco, un tripulante de 20 años. Es necesario precisar que este relato provocó un escándalo político, ya que Colombia se encontraba bajo un régimen de dictadura militar. Esta vinculación fue a partir de que el único sobreviviente contara a García Márquez la causa del naufragio del barco. Aquel le mencionó que se trataba de una tormenta, desmintiendo así la versión de un lote de contrabando revelada por el gobierno. Esta situación trajo consecuencias, por parte de los militares, quienes intentaron sobornar a Velasco para que desmienta la historia. Al no aceptar fue expulsado de la marina y pasó a la clandestinidad. El diario El Espectador tuvo que cerrar sus puertas y García Márquez debió exiliarse en Europa para evitar alguna persecución.


Luis Alejandro Velazco es un marinero oficial de Colombia que, lamentablemente, fue el único sobreviviente en aquel incidente. Decimos ello con pesar porque los militares se vieron desmentidos con respecto a la causa del naufragio. La historia empieza con el personaje que no pudo conciliar el sueño y tuvo un mal presentimiento. El primer día del viaje se muestra muy alegre y bromista y es que el clima también contribuía con su estado de ánimo. Para fines de febrero, mientras cruzaban el Golfo de México, repentinamente los sorprende una tormenta, la cual hace que el barco se desestabilice. Ante ello una ola se lleva a varios marineros a las profundidades. Uno de ellos es el protagonista de esta historia. Cuando él empieza a cobrar conciencia, escucha los gritos desesperados de sus colegas, pero este nada pudo hacer. Trata de nadar y lograr subir sobre una caja que flotaba sobre el mar y persiste en el intento de ayudar a sus compañeros; sin embargo, por más esfuerzo que hizo, el inclemente movimiento de las aguas no lo permiten. Él se queda solo con la esperanza de que alguien lo rescate. La primera noche que pasó en medio del mar imaginaba su rescate. De pronto ve sobrevolar un avión, el cual le da la esperanza de salvarse al pensar ser rescatado con prontitud y pensando en que el piloto lo lograría identificar, pero el avión desaparece por el horizonte. La segunda noche es más complicada, ya que empieza a tener hambre y sed. Este suceso hace que empiece a delirar haciéndole ver luces de un puerto.


Ante la hostilidad de la naturaleza, Luis Alejandro empieza a tener desvaríos en la memoria, como no poder contabilizar con precisión cuantos días lleva naufragando. Una nueva luz de esperanza se le presenta cuando ve que en su balsa hay un grupo de siete gaviotas, hecho que significaría en su mente que la costa estaría cerca y, por tanto, estaría más próximo a ser salvado. En su desesperado momento de hambruna intenta atrapar a una de las gaviotas, pero su intento es fallido. Entonces observa a su alrededor y se pone a pensar qué es lo que puede comer, empezando por su zapato, su cinturón… Claro está que intentó pescar un pez, pero le resultó muy difícil. Estos solo le causaron yagas en su cuerpo. La sangre atrae a los tiburones que rodean a la balsa. Luis Alejandro, asustado, le golpea en la cabeza con el remo a un tiburón y logra extraerle un pedazo de carne que con mucho asco logra comer. Para saciar su sed, va bebiendo de a poco el agua de mar. Para el 7 de marzo se da cuenta de que el color del agua ya cambió y que abundan las gaviotas en el cielo. La exposición constante al sol y a la sal empiezan a causarle problemas, tales como quemaduras e irritación a la piel. Así, el protagonista se encuentra en una situación de delirio, por tanto, no siente lo que le sucede.


En la madrugada el protagonista empieza a divisar cocoteros, pero aún no está en la posibilidad de ubicar tierra. Tampoco tiene los remos porque estos le sirvieron para enfrentar a los tiburones. A pesar de ello, decidió lanzarse al mar y nadar, llevando consigo una medalla de la virgen entre sus dientes. Consigue llegar a la arena blanca de la playa, cansado se desmaya. Es entonces cuando se le aproxima un hombre, quien lo lleva al médico y luego a la policía. Después de ello, lo trasladan en avioneta hasta Cartagena y es estando en el nosocomio cuando le ponen a un guardia de custodia para que no brinde su testimonio a nadie. Todos los reporteros estaban ansiosos de conocer su historia. Buscando la manera de ingresar, de forma inesperada, un joven ingresa a la habitación disfrazado de médico. Un suboficial empieza a desconfiar porque no lo ha visto nunca y porque los psiquiatras no portaban un fonendoscopio en el cuello. También le pidió que se identificara y este no contaba con sus documentos, incrementando así sus sospechas de que era un reportero disfrazado. Entonces, ambos fueron hacia el director del hospital. El reportero se las ingenió para engañar al director y logró conseguir el permiso para examinar al marinero por 15 minutos. Es por ello que la historia se pudo dar a conocer gracias a un reportero que, camuflado de galeno, pudo revelar la verdad sobre la causa del naufragio. Es así como Alejandro se convierte en un héroe.


Finalmente, Alejandro se enfrenta a situaciones de miedo y vulnerabilidad donde la esperanza y la incertidumbre se juntan constantemente. Se aprecia cómo la aparición de un avión causa esperanza en medio de una situación de desesperación total. La fe en la salvación le da las fuerzas para seguir luchando, aunque se enfrenta en una soledad abrumadora en medio del mar. Asimismo, Luis Alejandro, tras sufrir en su odisea en el mar, se encuentra en una situación en la que la ayuda parece acercarse, pero la incertidumbre y el temor de enfrentar a un desconocido hacen que ese momento de salvación se sienta frágil y de tensión. Su necesidad de contar su historia se hace tan primordial como la necesidad de tomar agua o comida. Así, Luis Alejandro se enfrenta a una situación donde el control y la desconfianza por parte de las autoridades subrayan la fragilidad de su posición. Su experiencia, que debería ser tratada con sensibilidad, se convierte en objeto de control y sospecha, lo que refleja el poder de las instituciones sobre el individuo. Esto invita a considerar que la supervivencia no solo es cuestión de resistencia física, sino de preservar la propia identidad y humanidad en situaciones que pueden quitarnos ambas. Al tener el libro por primera vez, no es raro que el lector se pregunte si la historia que se relata es un episodio ocurrido realmente a su protagonista o una obra de ficción creada por defensores del realismo latinoamericano. De este hecho se puede colegir que en este tipo de narrativa la lucha por la identidad y sentido puede llegar a parecer absurda y a la vez profundamente humana (GradeSaver, 2023).

Referencia bibliográfica

GradeSaver (1 de marzo del 2023). Resumen y análisis: la historia de esta historia. https://www.gradesaver.com/relato-de-un-n%C3%A1ufrago/guia-de-estudio/summary-la-historia-de-esta-historia

Dato bibliográfico

García Márquez, G. (1987). Relato de un náufrago. Debolsillo.



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